Luisina Avellaneda
1 min readMay 11, 2021

Nos vamos separando en la corriente como dos medusas enredadas. Somos un cigoto que se desacomoda y se fragmenta en dos. Pronto seremos gemelos amputados. Lo sabremos todo uno del otro, y sentiremos un puñal en el centro cuando recibamos la señal de que a la distancia también podemos estar a salvo.

De repente somos un corte que alguien olvida en el agua hervida. Nuestras fibras se desprenden y solo quedan hebras que a veces viven con el reflejo del sol. Nuestras extremidades se desprenden. La profundidad nos aparta. La temperatura nos deshace. Estamos flotando en oleajes que nos dirigen en contra, y cada vez que braceamos, se nos desprende otra porción.

Quiero irme lejos, nadar muy profundo. Que se tapen hasta el núcleo mis oídos. Perderme en un chillido que se parezca a un pasillo largo. No poder prestar atención a mi vacío contiguo. Olvidar esta capacidad tácita de escurrirme. Les exijo a mis huesos ir en contra de la corriente. Lleno de agua mis pulmones, escarbo el petróleo como un pote nutricional. Le doy cucharadas al aire, saboreo elementos que no me nutren. Mastico como si tuviese un plato eterno de carne cruda. Degluto la trama. Pienso en el fin.